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Sociedad de Negros y Lubolos

Como testimonio irrebatible de su decanato en los carnavales montevideanos, los archivos registran la presencia de las comparsas de negros llamadas oficialmente “Asociaciones lubolas”, (término que consideramos erróneo en sentido genérico), en los carnavales montevideanos, desde 1860. Aunque con el devenir del tiempo han ido variando en su forma y contenido, han conservado inalterable el espíritu de su origen y el candombe como piedra angular de su presencia. Los Archivos Nacionales, establecían como pioneras a Raza Africana, creada alrededor de 1865 con 45 integrantes y una orquesta de violines, flautas, clarinetes, guitarras, tamboriles y mazacallas y Pobres negros orientales, más o menos de la misma época. Fue tal el auge de estos dos grupos y su aceptación por la sociedad montevideana de la época, que en 1876 figuraban 46 agrupaciones carnavaleras inscriptas, de las cuales 11 eran negras. Es de hacer notar que ya por entonces existía un Concurso Oficial de Agrupaciones, aunque los datos en nuestro poder sobre estos certámenes son realmente escasos. Sin embargo, también las distintas crónicas de la época registran el hecho de que a pesar de esa aceptación a que se hace referencia, algunos sectores de la sociedad seguían manifestando su resistencia a la integración a la raza negra en las celebraciones carnavaleras, imbuidos de un concepto clasista y racial que, en términos diferentes pero igualmente graves, sigue en algunos aspectos manteniéndose hasta hoy. El 22 de febrero de 1872 los empresarios que tenían a su cargo la organización de los bailes en el Teatro Solís, anunciaron con bombos y platillos la presentación durante la velada de la comparsa Raza Africana que para entonces, causaba verdadera sensación en las calles de Montevideo. Cuando los integrantes de la comparsa ingresaron al solemne escenario del Solís, muchos de los presentes en el lugar se retiraron visiblemente ofendidos por lo que consideraban una degradación y ofensa a su sensibilidad. Sin embargo, dicese que una mayoría no solamente permaneció en la sala, sino que ovacionó a los candomberos y los hizo repetir sus danzas hasta cuatro veces cada una, en medio de aplausos estruendosos. Las Sociedades Filarmónicas fueron las antecesoras inmediatas de las actuales comparsas de lubolos (no negros lubolos como suele decirse, porque ello es una aberración idiomática), fundadas allá por 1867 –con la incursión de Raza Africana a la que ya hicimos referencia- a instancias de la habilidad de los negros en la ejecución de distintos instrumentos. El origen del término se remonta al año 1874, según lo especifican crónicas de la  época, con la aparición en nuestros carnavales de una agrupación integrada por blancos “disfrazados” de negros que incluso pintaban sus caras con el color de la piel oscura. Esta agrupación se llamaba Negros Lubolos e interpretaba temas afro-americanos, vistiendo indumentaria igual a la de los esclavos de las fazendas brasileñas e ingenios cubanos. Los intérpretes de esta respetuosa representación del folclore negro, imitaban además en sus diálogos el bozal, idioma de los africanos trasplantados y caminaban –representándolos- con absoluta veracidad.  Autores de esa época se manifiestan totalmente convencidos de que quienes integraron los primeros grupos lubolos, no pretendieron en ningún momento burlarse de la raza negra, sino que por el contrario rendían como ello un homenaje de admiración a esa cultura extraña que se había metido muy adentro en nuestra tierra a través del tráfico de esclavos. Incluso más: los lubolos actuaron luego de ser instruidos en todos los secretos del folklore negro por los mismos negros criollos que habían heredado de sus mayores todas las tradiciones que se intentaban rescatar. Al contrario de lo que había pasado con los bailes de los negros en las canchitas del Sur, allá en la época colonial, o en los distinguidos bailes del Teatro Solís cuando incursionaron las filarmónicas negras, todas las clases sociales de Montevideo, aceptaron a los lubolos con beneplácito.

Definición general

( Reglamento Carnaval 1999 )  

La Categoría Sociedad de Negros y Lubolos constituye una recreación en sus orígenes en la época colonial con sus trajes, cantos y bailes típicos, pudiendo recrear los orígenes africanos y una evolución natural y acompasada a la actualidad en su vestimenta, coreografía, escenografía y temática, sin perder la escencia conceptual de la categoría. Desde el punto de vista organológico debe desarrollarse bajo el signo predominante del tambor con nuestra característica e identidad propia La esencia de una fuerte tradición y prosapia folklórica caracteriza el clásico y riquísimo juego rítmico del tamboril montevideano. Este ritmo trasmitido y heredado por generaciones se diferencia nítidamente en el terreno musical de los membranófonos brasileños o antillanos. A los efectos podrá incorporar hasta cinco (5) instrumentos musicales (fuera de los de percusión). Los tambores podrán utilizar tensores, pero queda expresamente prohibida la utilización de parches de “nylon” o similares. Las letras y las músicas interpretadas serán inéditas, autóctonas pudiendo trasmitir la evolución necesaria, natural y acompasada en cuanto a letras, músicas y a su entorno actual. El sentido expresivo, movimientos y gestos, el ritual y su disposición ritmica, como así mismo toda su expresión coreográfica, deberán tener un predominio natural con danzas colectivas de hombres y mujeres, pero fundamentalmente sin reconocerse en parejas. Deberán llevar como mínimo: doce (12) tambores, cinco (5) bailarinas, una (1) vedette, un (1) escobero, un (1) gramillero, una (1) “ mama vieja “, cuatro (4) portabanderas, un (1) portaestandarte, dos (2) estrellas y una (1) medialuna. Deberán integrarse al conjunto como máximo un (1) bailarín como figura principal masculina, pudiendo además, los miembros masculinos del conjunto danzar acompañando los cuadros que se representen, debiendo lucir todos los trajes clásicos, con su evolución propia y natural en la Categoría. Se constituirán con un mínimo de cuarenta y cinco (45) y un máximo de sesenta (60) componentes y quince (15) suplentes, y sus actuaciones en el Concurso Oficial tendrán una duración mínima de cuarenta y cinco (45) minutos y una máxima de sesenta (60) minutos los que empezarán a contarse desde el momento en que el presentador culmine de anunciar al participante, hasta el instante en que el primer componente inicie el descenso del escenario por la escalera correspondiente. Los jurados calificarán en los siguientes rubros : Voces, Arreglos Corales y  Musicalidad;Alegría de Conjunto, Comicidad y Comunicación;  Textos e Interpretación; Movimiento Escénico, Coreografía, Bailes y Puesta en Escena; Vestuario y Maquillaje






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